El agua dulce de un lago profundo me fue mojando e inmovilizando. Primero mis pies, luego mis piernas, torso, cabeza, brazos, y para finalizar mis manos. Mis dedos ya estaban fríos para cuando el agua llegó a ellos, haciendo más fácil el trabajo -suponiendo que la materia pudiese cumplir funciones propias de los seres vivos, o sea, que el agua pudiese trabajar.
Ya dentro, pensamientos empezaron a agitarse al interior de mi cabeza, tan rápido que la memoria no me permite recordarlos -si mucho, me limito a describir las sensaciones que experimenté en el momento que estuve totalmente sumergida y sin posibilidades de salir a la superficie en los posteriores segundos. La obscuridad, a parte de la temperatura casi propia de Plutón, es lo único que podría recordar, no es necesario decir que me fue imposible respirar en dicha situación.