miércoles, mayo 08, 2013

Felices 26 Sara.






Uno tiene que cumplir años, es obligatorio. En algún un lugar, en otro tiempo se firmó un contrato. Y aún cuando no lo quieras, o no tengas a nadie con quien celebrarlo, el día llega irremediablemente. Eres un año más viejo, más sabio, más huraño, más feliz, más completo.


Pero como por sobré todas las cosas lo mío lo mío es el drama, debo aceptar que cumplir 26 años y de repente encontrarme más cerca de los 30 que de los 20 representa una carga de ansiedad multiplicada por cada felicitación vacía de Facebook al cuadrado. 

Entonces, si a eso le sumas que el 7 de mayo un glorioso (caluroso) y nada celebrable martes, te despiertas temprano por la mañana, decidida a ir a correr, te alistas, te tomas un vaso de agua, todo esto mientras te preparas mentalmente para enfrentar tu cumpleaños número veintiséis y al subirte a tu carro oyes un pequeño maullido, en ese justo momento sabes que habrá problemas. 

En primera, porque en Mayo Chihuahua equivale a calor y bastante, ¿Que no se supone que los gatos suelen meterse en los motores de los carros en invierno? ¿No?. 

Entonces aún con la duda de saber si estás perdiendo la cordura y como regalo personal de cumpleaños 26, empezaste tu transformación como la señora loca de los gatos, sigues tu camino y para cuando vas a la mitad de la distancia que debes recorrer, te convences de que puede que no sólo este en tu imaginación y que a lo mejor si hay un gato. 

Te regresas a tu casa para que te ayuden a buscarlo, y no lo encuentras, no lo ves, sólo lo oyes y rendida estacionas el carro a ver si su santagatamadre va y lo saca porque pues ni cómo. Por lo que para este punto te encuentras ya sin oportunidad de ir a cumplir tu propósito del día y bla bla bla. Das un tiempo considerable a la gatamadre para que lo saque, y te vas a trabajar, pero otra vez miau miau. Y te desesperas, llevas el carro con el mecánico, a ver si él lo puede encontrar y para cuando llegas al taller el gato debe de haberse caído a mitad del camino y ahora eres una mata gatos. 

Primer strike. 

Más tarde ese día en la oficina empieza la odisea de terminar miles de pendientes, que como todo en esta vida y sobretodo en este trabajo son para YA. Y andas a toda velocidad y cada vez está más cercana la hora de tu salida. Sigue siendo tu cumpleaños, las 3, las 4, las 5, (¿Que no se supone que sales a las 3 pm?) pero no hay nada, sólo trabajo, muchas horas sin comer, estrés y presión por terminar YA.

Son las 6 y es la hora límite que tienes, así que te apresuras para llevar el trabajo a la imprenta. Y por fin a las 6:30 eres libre, o al menos eso pensabas porque la ruta que escogiste para llegar a tu casa obviamente debe de ser la más atorada.

Segundo strike. 

Por último llegas a tu casa y no hay pastel, ni nada... Sólo una promesa de ir a cenar, y aún cuando estas destruida por tus dos strikes anteriores. Pues vas. Todo va bien, hasta que te das cuenta de que son las 10:00 pm. y no soplaste ni una sola velita, mucho menos 26. Que nadie fue para comprarte un pastel. Y te quiebras.

Te quiebras feo ahí mismo en el restaurante, y te sueltas llorando.

Entonces como buena arquitecta te diriges al baño y te distraes viendo los detalles como el tope de la cerámica y el marco del cuadro. Pero no puedes quedarte a vivir ahí, así que sales y caldeaste la reunión porque ahora todo el mundo se siente culpable de no haberte comprado ni un pastelito del oxxo. Y te piden un pay, pero un pay no es pastel y no te lo quieres comer.

Para ese momento todos te miran con ojos de borrego, y te dicen frasesitas entrecortadas para compensarte y calmar las culpas. Pides la cuenta, pagan y se van.

Tercer strike.

En el camino, tu novio al que no haz visto en todo el día te dice: Te traje un regalo pero está en el carro, y de camino vas abriéndole tu corazón confesando que no querías hacer sentir mal a nadie pero que te sentías desdichada, etc. 

Te subes el carro para que te lleve a donde está tu familia esperándote en la camioneta.

Y con la más grande cara de arrepentimiento te dice: Creo que te vas a enojar con mi regalo y no te va a gustar, mientras del asiento trasero saca un bastón de seguridad de esos para el carro, que habías estado rogándole que te llevara a comprar con un moño rojo gigante. Y en ese preciso momento te quieres casi que soltar llorando como magdalena, pero te aguantas. Porque no hay que ser desconsiderada y hacerlo sentir mal. AUNQUE ESO NO SEA UN REGALO DE CUMPLEAÑOS. 

Pero te bajas rápido del carro, porque tampoco eres tan buena actriz. Así que el caballerosamente se ofrece a acompañarte, tu abres la puerta de la camioneta, mientras que toda tu familia ya está en sus asientos, y así como así, avientas el regalo al piso de la camioneta, como por instinto (¿Lo ven? dije que no era tan buena actriz). 

En eso Pedro te dice, no te creas este es tu verdadero regalo… y te da una bolsita de esa marca de diamantes que no sé cómo se escribe y adentro hay una cajita, con un collar súper bonito, perfecto. 

Te atacas de la risa mientras lo golpeas un poco, lo besas, lo abrazas y todo el mundo se ríe. Y es así como se salva la noche. 

Después todos juntos vamos a Sanborns por un pastel a las 11 pm. 

Y es ahí cuando te das cuenta que aun con todo lo malo que puede significar estar mas cerca de los 30 que de los 20, eres la más afortunada de tener esta familia, este novio y estos amigos.

No es que haya sido el peor cumpleaños de mi vida, pero casi. Lo que pasa es que lo mío lo mío es el drama. 



Felices 26 Sara.




No hay comentarios: