lunes, septiembre 21, 2009

La curiosidad mató al gato...

Prometo que no la tomé a propósito. Las hojas cayeron cuando saqué a Villoro de entre los liberales del Rational Choice. Tal vez fue el destino quien puso el libro tan al alcance de mis ojos, pero creo que realmente fuiste tú quien colocó ahí mi sorpresa, misma que por supuesto no querías que descubriera.

Leí algunas líneas, no parecían hablarme a mí, pero algo acrecentó mi curiosidad por conocer lo que las palabras podrían mostrarme. Mencionabas un “nosotros”, y la forma en que describiste la relación entre tú y la otra persona, tu esposa según entendí, no me sonaba nada conocida [y yo que creí conocer todas tus relaciones amorosas]. Desde los primeros párrafos te desenmascarabas como “el único enamorado” de los dos y te referías a ella de una manera muy dulce, pero melancólica.

Ya llevaba una hoja leída cuando se me esfumó la sonrisa de la cara. Ya no sentía curiosidad, sino una profunda tristeza de saber que mi amigo, una de las personas que más aprecio, había querido de tal manera a una persona y no fue correspondido. Hasta la segunda hoja, descubrí de quién hablábamos… de Susi. Y pensé “de todas las mujeres del mundo que este hombre haya mencionado alguna vez, no recuerdo ninguna con ese nombre” pero eso no impidió que siguiera leyendo, al contrario moría por saber quién era la tal Susana.

Jamás había leído los términos de la elección racional tan bien aplicados a una carta de amor, mejor dicho, de desamor. Mencionabas que pretendiendo lograr Pareto (eficiencia de pareto: no hay lugar en el árbol de decisiones donde uno pueda estar mejor sin perjudicar a otro) debido a tu enamoramiento no correspondido estabas dentro de un equilibrio ineficiente. Tú cooperando, ella recibiendo la mayor utilidad sin dar nada a cambio.

Describías que estaban viviendo juntos desde hacía algunos días, que trataste de ser racional como ella y te esforzaste por ordenar tus ideas para expresárselas de la manera más clara. Pero, hasta que describiste a Susi como “fría y directa”, con conciencia de lo que es “ir al grano”, y muy segura de que entre ustedes sólo existía amistad y nada más. Hasta que leí la frase que un día Su te dejó taladrada en la cabeza, cuando le dijiste lo que sentías por ella. Sólo hasta ese párrafo de la tercera hoja, me di cuenta que no estaba leyendo las palabras de Susi, sino mis propias palabras.

No sé si me dio tristeza o vergüenza. Tristeza porque mis sentimientos hacía ti no han cambiado, son los mismos de siempre y qué más quisiera que los tuyos también hubiesen sido siempre los mismos. Vergüenza por haberme metido en lo que no me importaba, o sea los libros de otros. A pesar de eso, también sentí un poco de alegría de saber que alguien pensó en mí como una posibilidad de felicidad y supo plasmarlo de manera tan bella y precisa en tres hojas [muy egoísta y ególatra de mi parte lo sé, lo siento, pero no pude evitarlo]. Supongo que por algo mi madre siempre me decía "no te metas en lo que no te importa, no tomes las cosas que no son tuyas, no leas la correspondencia de otros (...) la curiosidad mató al gato hija…"

Esta vez, la curiosidad mató a Susi.

2 comentarios:

chika simple dijo...

ame tu escrito, y ame el desenlace. Srita telmex, creo k padecemos de la misma curiosidad dañina, esa que te hace descubrir cosas que no sabes si quieres enterarte mas o borrar lo que ya descubriste... de todas formas a quien le importa, yo creo k lo seguiremos haciendo hasta el fin del mundo =P

pd. pobre susi, si no fuera asi, no seria susi

Chika Evil dijo...

Así hasta el fin del mundo y más allá [por aquellos que no creen en el fin del mundo]
Gracias por amar mi escrito, yo también he amado los tuyos. Creo que de tanto escribir ya estamos perfeccionando la técnica. jajaja
P.D. pobre Susi, muerta y todo sigue siendo la misma.